Lo que no se ve de un centro penitenciario: trabajar en contexto de encierro
EL LADO OCULTO

Lo que no se ve de un centro penitenciario: trabajar en contexto de encierro

¿Cómo fue el proceso de formación previo al inicio laboral? ¿Qué lugar ocupa la familia en una profesión de la que poco se sabe? ¿Cuáles son los valores más importantes para desenvolverse? ¿Qué prejuicios derribaron? Democracia dialogó con tres profesionales que comparten diariamente con personas privadas de su libertad.

De la multiplicidad de trabajos posibles, una posibilidad es el hecho de desarrollarse en materia de seguridad desde distintas áreas: personal auxiliar, agente penitenciario, policía, infantería, comisario, docente, entre otras. Más allá de la existencia de muchos prejuicios y desconocimiento al respecto, la verdadera realidad la conocen quienes viven y habitan tal escenario diariamente.

¿Cómo fue el proceso de formación previo al inicio laboral? ¿Qué lugar ocupa la familia en una profesión de la que poco se sabe? ¿Cuáles son los valores más importantes para desenvolverse? ¿Qué prejuicios derribaron al compartir espacio con personas privadas de su libertad? ¿Cuáles son los pro y contra que tienen en sus funciones?

Para eso, Democracia entrevistó a Javier Espinosa, docente en la Escuela Juan Vucetich - extensión Rojas y comisario retirado con más de 20 años de trayectoria por distintas funciones; Claudio Fernández, agente penitenciario desde hace 10 años y futbolista; y Germán Ruggeri, docente con paso por distintas instituciones a nivel local, que también da clases para personas privadas de su libertad.

Experiencia en territorio

Oriundo de la localidad de Morse e hijo de un padre que fue policía, Javier Espinosa registra una vasta trayectoria ligada al ámbito de la seguridad. Formado en la Escuela de Policía Juan Vucetich, egresó de allí como ayudante para iniciar con su carrera por distintos lugares.

Sobre sus primeros pasos en el rubro, recordó: “Eran dos años de estudio y había materias relacionadas con lo jurídico, como derecho constitucional, penal, inglés; y otras más prácticas, como tiro y educación física. Era un tiempo en el que no había computadoras y egresábamos como técnicos jurídicos”. 

“Una vez que te egresás, te convocan. En ese entonces era Jefatura de Policía y ahora es el Ministerio de Seguridad de La Plata. De hecho, en esa época eran unidades regionales, y a mí me tocó la N°1 en Morón. Retirabas el arma y empezabas”, informó. 

Así fue que Espinosa inició su recorrido teniendo pasos por diversos municipios, como Alsina, Avellaneda, Arribeños, General Rodríguez, Hurlingham, Pergamino, Lincoln y Junín.

Al respecto, analizó: “Nunca sentí temor por el lugar donde trabajé, sino respeto por la operatividad del servicio. Siempre traté de hacer de la mejor forma las cosas, siendo prudente y firme en decisiones porque uno tiene gente a cargo”.

En el marco de las distintas funciones que desarrolló, como personal de infantería, Espinosa experimentó cómo es la cobertura de distintos eventos y vivenció cubrir partidos de fútbol en distintas categorías. “He recorrido casi todas las canchas: Banfield, Boca, Independiente, Racing, Deportivo Morón, Midland y Lanús, entre otras ubicadas en la provincia de Buenos Aires”, enumeró. 

“También formé parte de coberturas y operativos de carreras de automovilismo, como fue el TC2000 en Mar del Plata, carreras en 9 de Julio, un recital de la banda U2 en el estadio Único de La Plata y la Copa América desarrollada en nuestro país en el 2010”. 

Sobre el escenario más complicado donde tuvo que trabajar, se quedó con el de Racing. “En un Racing-Boca en el 2005, estaba en la platea local, no querían desalojar y se arrebataron contra el personal policial. Fue bastante complicado, pero, por suerte, terminó bien, sin lesionados”.

“El más seguro de todos es el de La Plata porque tiene una construcción amplia y se desaloja enseguida al tener muchas salidas con egresos e ingresos grandes”, consideró.

A su vez, como parte de su currículum, también formó parte de la DDI (actual Dirección Nacional de Investigación Criminal). Acerca de ello, manifestó: “Allí tuve la posibilidad de conocer las provincias e ir a buscar detenidos”.

Al abordar lo que ha sido su trayectoria, expuso: “No es un trabajo como cualquier otro porque ante un error podés perder el trabajo o terminar en la cárcel. El policía sería auxiliar de la Justicia, nos limitamos a jueces y marco de la ley. Lo bueno es que es un trabajo y, si tenés la vocación, tenés acceso a obra social e ingreso económico”. 

“Pero podés perder la vida en un enfrentamiento con delincuentes. El policía nunca se entera de lo que va a pasar, está expuesto. No es una profesión fácil, son muchas horas y hay que tener vocación”, señaló y agregó: “Es difícil ser familiar de un policía, no estar en fiestas de fin de año. La familia es todo, la que apoya para seguir adelante; si no, es imposible que te contengan. Muchos días afuera y antes no había teléfono como ahora, era más difícil. Cuando era oficial joven y nuevo, no teníamos esa posibilidad”.

En el presente, habiendo vivenciado un centenar de experiencias a lo largo y ancho de todo el país, Espinosa se desenvuelve como docente en la Escuela Juan Vucetich - extensión Rojas y participa y acompaña la formación de decenas de jóvenes que aspiran a desarrollarse en el mundo de la seguridad de la región.

Docencia en contexto de encierro

Germán Ruggeri acumula más de dos décadas como docente en distintas instituciones locales, entre las que se encuentra la experiencia de dar clases en contexto de cierro. Al respecto de tal hecho, contextualizó: “Comencé en el 2008 porque me invitaron colegas del colegio Marianista que trabajaban ahí. Inicié con algunas suplencias espaciadas y después con horas propias”.

En torno a lo que representó tal iniciativa, explicó: “Me pareció un hermoso desafío pedagógico y tuve razón: fue y es muy lindo, agradable y reconfortante hacerlo. No se comparan con las clases tradicionales, ya que es un permanente adaptar de los contenidos y también del vínculo y relación, donde el contexto de encierro influye mucho en el estado de ánimo de las personas”.

Como parte de su posicionamiento profesional, Ruggeri aclaró que “en la cárcel no estoy como juez ni como abogado, sino como docente y los internos son, para nosotros, estudiantes y alumnos siempre”. 

“La escuela dentro de la cárcel es como un espacio de libertad en el que uno es un poquito el embajador o encargado de esa libertad durante ese rato. Muchas veces los docentes funcionamos como agentes para aportar herramientas para la reinserción social de la que nunca dejan de ser parte porque nunca dejan de ser parte de la sociedad”, analizó. 

Relato penitenciario

Claudio Fernández se desempeña diariamente como agente penitenciario. Respecto a su devenir en dicha materia, contó: “Salió en el diario que estaban tomando gente en la Unidad. No tenía la secundaria terminada y no lo pedían como requisito.Entonces hice un curso de ingreso, realicé una evaluación y quedé seleccionado. Éramos 300 agentes para ingresar, entre los que había 280 hombres y 20 mujeres, y quedé seleccionado para trabajar”.

Acerca de los aspectos que resultaban interesantes para desenvolverse en materia de seguridad, compartió: “Siempre me gustó el uniforme. Era un trabajo necesario y representaba un ingreso económico”.

Siguiendo con su experiencia, Fernández continuó contando: “La formación fue en la misma Unidad N°49 en la que estoy trabajando. Fueron meses de capacitación y meses de prácticas. Cuando quedamos seleccionados, nos dieron un nombramiento y empecé a trabajar”.

“Entre las cosas positivas, aprendés mucho a valorar o entender a la otra persona cuando no está bien. En la calle, siendo policía se está más expuesto y, a diferencia de eso, en mi trabajo penitenciario es más en un lugar que se maneja con muchos internos, que hoy se los denomina ´sujetos privados de su libertad´. Se arriesga la vida día a día porque uno no sabe cuándo el interno se levanta bien o no. Hay que estar alerta las 24 horas que estamos de guardia”, describió.

Más allá del trabajo diario,  lo que hace a un aspecto colateral en la vida de Fernández es su pasión por el fútbol: espacio donde se desenvuelve durante su tiempo libre. “Me encanta y lo puedo seguir jugando. Antes me pagaban para jugar, pero hoy tengo 42 años y el cuerpo te pasa factura. Soy arquero, atajé en varios equipos a nivel local y la zona, y es mi cable a tierra”.

Distintos entrevistados, distintos recorridos y distintas funciones con un denominador en común: el hecho de trabajar diariamente con vocación y compromiso, desde distintas áreas, en contexto de encierro, contribuyendo en la gestión de un área considerable de la sociedad.

Cuando en el fútbol desaparecen las diferencias

El fútbol Senior de Sarmiento vivenció lo que es jugar al fútbol en contexto de encierro. Para saber más acerca de esta novedosa experiencia, Democracia dialogó con Diego Fernández, uno de los integrantes del plantel del Verde que formó parte de la contienda.

“El encuentro se gestionó a través de Mariano Bertolotti quien, además de exjugador, es profesor de geografía y concurre al Penal a dar clasesen la UP49”, contextualizó y opinó:

“Las sensaciones son realmente fuertes. Claramente se siente el aislamiento cuando uno va ingresando, pasando control por control, reja tras reja, hasta llegar a los pabellones. Es un microclima totalmente ajeno al exterior”. 

Sobre lo que fue la experiencia informó: “Jugamos cuatro partidos y ganamos dos y perdimos los otros dos. La idea era que chicos de todos los pabellones puedan participar y así no hacer diferencia entre ellos”.

“Creo que es importante este tipo de iniciativas tanto para nosotros como para los reclusos. Para nosotros acercarnos a una realidad totalmente desconocida cargada de muchos mitos, tomar dimensión del valor de la libertad y lo importante que es hacer las cosas bien para no perderla. Para ellos, tener un contacto, aunque sea escaso, con el afuera, con la libertad”, valoró Fernández.

Finalmente, expuso: “Vimos al Penal bien cuidado y en condiciones muy dignas de habitabilidad. En cuanto a los reclusos nos llamó la atención el gran respeto y afectuosidad con que nos recibieron y trataron durante toda nuestra estadía”.

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